SIN PALABRAS.
- Santiago Daniel Benítez
- 6 mar 2022
- 3 Min. de lectura

Antes de redactar esta Columna buscaba algún título de impacto, un título que pudiera describir el cúmulo de sentimientos sentidos tras la tragedia ocurrida en el estadio Corregidora el pasado sábado cinco de marzo . No lo encontré. Simplemente no hay palabras, no existe verbo o adjetivo que logre describir actos tan atrozozes y deleznables por parte de un grupo de subnormales que al día de hoy tal parece que tienen secuestrado a nuestro fútbol y que utilizan la bandera y los colores de un equipo de fútbol como pretexto para delinquir.
En un país como México en donde la violencia está la orden del día y resulta parte de nuestra cotidianidad, pareciera que perdimos la capacidad de asombro, pero sucesos así nos lo hace replanteárnoslo. Las imágenes resultan perturbadoras y hasta dantescas, el ver a un padre abrazar a su hijo en el suelo mientras es pateado por un aficionado rival, este pude haber sido yo, pudiste haber sido tu, pudo haber sido cualquiera de nosotros únicamente por el hecho de portar una playera del equipo rival. Esto nos lleva preguntarnos ¿con qué seguridad puedo ir a un estadio de fútbol?, ¿qué me garantiza el ir a apoyar a mi equipo y regresar ya no digamos sano a mi casa, si no vivo?
Buscando internacionalizar y darle color a nuestro fútbol, le dimos las llaves de nuestros estadios a “Barras” y “Grupos de apoyo” , que resultan ser más unos grupos de choque compuesto que delincuentes disfrazados de aficionados. Hemos expuesto y puesto en peligro al aficionado de verdad, aquel que disfruta de alentar a su equipo, el que paga su boleto y comparte su afición con su hijo/a a expensas de un grupo de zánganos que a beneplácito de directivos porque al final de cuentas ellos reciben dinero de estos barristas, hacen y deshacen bajo el pretexto de “alentar” a su equipo. ¡Ya basta!
El dolor y el coraje con los que redacto este texto es el mismo que el de todo un país al darnos cuenta que la violencia ha permeado en una de las estructuras de mayor nobleza e importancia para nuestra sociedad como es el deporte.
En estos momentos el balón juega en la cancha de los directivos y altos mandos esperando congruencia de cara a un mundial en casa, se esperaría un castigo ejemplar en donde en la sanción se tienen que dejar de lado los intereses económicos, ningún equipo de la Liga tiene que volver a pisar una plaza como la de Queretaro, El Queretaro tiene que ser desafiliado, eso por parte de lo que le corresponde a la liga y por parte de autoridades gubernamentales yo realmente espero, no al contrario. Deseo, que todos aquellos cobardes e inadaptados que el día de hoy atentaron contra vidas humanas paguen y como la paria social que son no vuelvan a pisar ningún estadio en el país.
Muchas veces al ver actos de violencia en nuestro balompié nos hacíamos la pregunta ¿Qué tragedia hay que esperar para que lleguen las acciones? Tristemente esa tragedia llegó el día de hoy y es momento para que no solo la Liga si no la Federación Mexicana de Fútbol y las autoridades gubernamentales tomen cartas en el asunto y nos regrese la confianza y seguridad a las familias de regresar a los estadios. Las “barras” deben de erradicarse de una vez por todas, la seguridad debe de ser una prioridad, tal como se hizo en Inglaterra con los llamados “hooligans”. Es momento de tomar acciones.
Lo ocurrido este sábado resulta aberrante pero no es el el reflejo de el fútbol, que es a palabras del Diego “el deporte más lindo y más sano del mundo”, el fútbol es color es emoción, es pasión pero no ocupemos esta pasión como un pretexto para la violencia, la pelota no debe de mancharse ni hoy ni nunca bajo ninguna circunstancia.
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