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GAME OF THRONES: La lucha por el trono de cemento en Cruz Azul

Actualizado: 13 feb 2022


Si vieron la serie Juego de tronos recordarán la trama de esta y si no la han visto aún (tienen que hacerlo) por su nombre podrán adivinar de qué va esta serie. Esta obra que se encuentra situada en un mundo medieval de fantasía nos muestra una constante disputa por el poder en donde los vicios humanos, la traición y la guerra son el componente principal de su trama.


Hoy en día no es necesario el sintonizar alguna plataforma de streaming para vivir de esta historia, porque nuevamente y como es usual, la realidad ha superado la ficción y esta historia de guerra, traición y lucha por el poder se encuentra lejos de ‘Kingslanding’ y se ha trasladado a ‘La Noria’, en Xochimilco; específicamente al interior de Cruz Azul en donde viven su propia versión de Juego de Tronos.


Hace menos de 2 años, el hasta hoy prófugo de la justicia Guillermo ‘Billy’ Álvarez renunció como director general de la Cooperativa Cruz Azul, haciéndose aún lado también del equipo. En su lugar el Consejo de Administración de la Cooperativa La Cruz Azul presidido por Victor Velázquez tomó las riendas tanto de la cementera como del equipo. Una vez derrocado el antiguo rey comenzó una reestructuración buscando cortar todo vínculo con la familia Álvarez, así fue como figuras como la de Jaime Ordiales (quien ocupará el puesto de director deportivo durante la era Billy) fue relegada a un papel secundario para posteriormente ser despedido con la llegada de Álvaro Dávila un viejo lobo de mar del fútbol y la posterior llegada de Héctor Lara (hombre de confianza de Velázquez). La misma suerte corrió el entonces técnico Robert Dante Siboldi (técnico puesto por Víctor Váldez y Alfredo Álvarez) quien luego de un papelón ante Pumas fue presionado por Victor Velázquez para poner su renuncia.


Con este cambio en el organigrama azul y la apuesta por un técnico de bajo perfil como Juan Reynoso se logró lo que por casi 23 años parecía imposible, el noveno título de Cruz Azul. La reestructuración parecía haber resultado y durante el presente mercado de fichajes se dio muestra de la experiencia del señor Álvaro Dávila y su equipo al momento de negociar jugadores trayendo nombres importes como los de Carlos Rodríguez o Uriel Antuna ambos seleccionados nacionales, por un mínimo costo y esto solo por hablar de solo algunos jugadores, inclusive se hablo de la creación de un centro de inteligencia deportiva enfocado en traer a los mejores jugadores basándose en un análisis exhaustivo. Todo marcharía viento en popa hasta el pasado 10 de febrero, en donde se confirmaría la sorpresiva noticia de que Álvaro Dávila dejaba la presidencia del club por “motivos personales” manchados con tintes políticos y en su lugar regresaba el antes exiliado por la nueva administración, Jaime Ordiales.


¿A qué se está jugando? Este es un movimiento que pareciera apestar a un contragolpe de la familia Alvarez en su intento por recuperar algo de poder al interior de la cooperativa y donde se ven involucrados figuras de la política mexicana como terceros dentro de esta novela que cada vez parece ser más lúgubre y en donde el equipo de fútbol resulta ser la joya de la corona y el trofeo a disputarse a capricho de todos aquellos que buscan hacerse del poder.


Lo cierto es que la afición había encontrado en la figura de Don Álvaro Dávila, un personaje de la talla de grandes dirigentes de equipos como Florentino Pérez. Sagaz, inteligente, calculador y al que no le tembló la mano para hacer a un lado a quien no sintiera los colores de la institución. Le brindo a Cruz Azul personalidad y un proyecto futbolístico el cual no se tuvo durante 36 años en la gestión de Billy Alvarez, siendo prueba de ello la obtención de la llamada ‘novena’. Hoy resulta una tristeza que intereses políticos y disputas legales impidan nuevamente la consumación de un proyecto el cual apuntalaba a traer de regreso a aquella gloriosa maquinaria futbolista de los 70’s y digo nuevamente por qué esta historia el aficionado azul ya la ha vivido hace no mucho con la salida de otro dirigente, Ricardo Peláez quien fue una víctima más de este juego de tronos al interior de Cruz Azul.



Sería tonto el pensar que en un país como México, la política no está ligada a el fútbol cuando hemos visto a figuras políticas como Fidel Kuri o la familia Hank de Tijuana financiar sus campañas políticas con dinero proveniente de este deporte. Eso no es noticia nueva, ni siquiera resulta el impresionante un auto sabotaje más o como popularmente se le conoce una ‘cruzazuleada’ por parte de Cruz Azul , lo que está ocasión resuena es que esta vez la cruzuzuleada no se dio dentro del terreno, si no que está vez corre a cargo de directivos más preocupados por mantener en pie sus nexos políticos y cuidar intereses económicos que por un bien deportivo, el cual el proyecto de Álvaro Dávila aseguraba.


Nuevamente el aficionado de Cruz Azul le toca recibir el fuego cruzado de una guerra en donde la pelea por el trono de cemento termina por dañar de manera voluntaria o involuntariamente al club de fútbol que presume ser uno de las más grandes del país y así quedó demostrado la primavera pasada cuando los aficionados al equipo pintaran de azul el país entero celebrando el tan ansiado titulo. Como en toda guerra los inocentes resultan los más afectados, el daño colateral es inevitable, pero ¿hasta cuando el equipo de fútbol seguirá siendo parte del daño colateral de una lucha de poderes al interior de la cementera? ,¿Hasta cuando se continuará con esta inestabilidad y estos dirigentes seguirán llevándose de corbata tanto a equipo como afición en sus pleitos?


Tal vez se debería de considerar el separar el fútbol del cemento y así dejar de manchar el prestigio y honor que un equipo como Cruz Azul que naciera grande se ganó dentro de la cancha, porque como dijo Maradona en alguna ocasión : “La pelota no se mancha”.



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